Las vacaciones en otoño son uno de mis mayores placeres. Y es que, ¿quién dice que hay que coger vacaciones solo en verano?
Poder parar, respirar, cargar pilas y descansar cuando más lo necesito es una de las cosas que más valoro en mi vida.
Siempre que puedo me cojo vacaciones en esta época del año.
Para mí noviembre ha sido un mes fabuloso. Me ha permitido coger fuerzas para el invierno, dedicarme tiempo de calidad y desconectar para volver con fuerzas en una de las épocas de más trabajo del año.
¿Y por qué te lo cuento? Porqué mi piel lo nota. Está más luminosa que nunca, hidratada y con aspecto saludable.
Tiene un brillo que pocas veces consigo (incluso aunque use mis productos a diarios). Por eso hoy quiero recordarte algo importante: Todo afecta a tu piel.
Tu estado de ánimo, el descanso, el disfrute…Cuando no te cuidas, tu piel lo nota y lo refleja.
Y lo hace en forma de sequedad, descamación, pequeñas ronchas rojas del estrés, falta de hidratación…
Por eso siempre insisto tanto en la importancia del autocuidado, de escucharte, de dedicarte tiempo, de no tener solo un día de mascarilla a la semana sino de buscar ese ratito de mascarilla diario (a mask a day, recuerda).
Te mereces una piel maravillosa que sea el reflejo de lo maravillosa que ya eres por dentro. Nunca lo olvides.